miércoles, 26 de noviembre de 2014

RADICALIZADOS O UNIDOS


Vivimos en tiempos de una radicalización en la política cada vez más fuerte en todo el mundo.  Muchos políticos se atacan con virulencia feroz en los hemiciclos de los parlamentos, en los medios de comunicación y en las cortes de justicia. Aprovechan cualquier oportunidad para, en nombre de una malentendida “libertad de expresión”, darse la licencia para deshonrar, atacar y desacreditar al de la vereda de enfrente. Creo que esta acidez del debate político, se basa en una enorme sensación de inseguridad y ansiedad, por no perder influencia, por no parecer más débil  o más cobarde que el otro.
Esta agitación lamentablemente podemos, a veces, observarla en la Iglesia de Jesucristo.  Cristianos atacan a otros cristianos, a sus  pastores, líderes e iglesias desde los púlpitos, por la radio, la televisión, las redes sociales en nombre de un pobre entendimiento de lo que significa “guardar la sana doctrina”.
John Wimber hace más de una década dijo:
“nuestros líderes empuñan la palabra como un arma para herir
más que como una lámpara para alumbrar”.

El reflexionar sobre estos asuntos me ha llevado a pensar  acerca de la unidad de la Iglesia.
¿Qué es lo que verdaderamente  une a la Iglesia y qué no?.
En su artículo “Actitud de Amor y Aceptación”, Wimber señala algunas falsas suposiciones acerca de la unidad:
“Tener unidad es que todos tengamos la misma doctrina”: a menudo combatimos por la pureza doctrinal con otros cristianos porque simplemente los otros cristianos aludidos no piensan igual que nosotros. Tenemos que aceptar y entender que los cristianos tenemos diferencias de doctrina, pero que esas diferencias no nos tienen por qué separar.  Estas diferencias nos son esenciales para la fe.

“Tener unidad es que todos tengamos las mis mas prácticas”: la Iglesia, al igual que una vasta diversidad doctrinal, posee una enorme diversidad de formas y prácticas.

Algunos son más efusivos, otros son más formales, unos toman la Santa Cena de una manera, otros de otra, unos bautizan de una manera, otros de otra. Formas que en definitiva no son esenciales para la fe.

“Tener unidad es tener la misma estructura administrativa”: existen iglesias que tienen una estructura de obispos, apóstoles, ancianos,  otras se gobiernan en forma democrática, otras una mezcla de ambas… las diferencias son muchas. ¿Son  suficientes estas diferencias para romper la unidad?

¿Entonces qué nos une en verdad como cristianos? ¿Cuál debería ser nuestra actitud cuando nos encontramos con cristianos que piensan diferente, se ven diferentes, o se organizan de manera diferente ?.

La Verdadera unidad de la Iglesia se debe apoyar en lo esencial,  en las cosas  que son cruciales para la fe:

 * En Cristo: (Efesios 4:4-6). Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también fueron llamados a una sola esperanza; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo; un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos y por medio de todos y en todos.Un Señor, una fe y un bautismo. Estos tres conceptos apuntan sólo a Cristo: ¿Quién es el Señor? Jesús. ¿En quién debemos poner nuestra fe? En Jesús. ¿En quien somos bautizados? En Jesús. Él es el que da el verdadero sentido a la unidad de la Iglesia.

* La Biblia como autoridad final: los que creemos en las profecías como algo pertinente para estos tiempos, no deberíamos olvidar que ellas no están por sobre la palabra escrita e irrefutable de Dios en la Biblia. Personalmente también soy un lector ávido de libros de teología, liderazgo, e historia de la Iglesia. Sin embargo tampoco debemos poner otros escritos o libros por sobre la Palabra de Dios.
San Agustín, el gran teólogo del siglo IV, nos da un consejo precioso,  él escribió:

“En lo esencial unidad, en lo dudoso libertad y en todo lo demás caridad”.

Cómo aplicar este consejo:
Unidad en lo esencial: ¿Qué es lo esencial? 2 cosas:  1) Jesús es el Señor y el único Salvador. 2) La Biblia es la regla de fe final e irrefutable. Estos son los “no negociables” de todos los cristianos. Y en esto necesitamos tener clara unidad.

En lo dudoso libertad: Teniendo una base esencial, debemos avanzar hacia la libertad en lo no esencial. San Pablo nos anima a tener esta actitud con todos: (Efesios 4:2-3) siempre humildes y amables, pacientes, tolerantes unos con otros en amor. Esfuércense por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz. La actitud de gracia que necesitamos tener con los hermanos que piensan diferente se basa en que en Cristo tenemos unidad total y en que a pesar de la cantidad de iglesias diferentes en todo el mundo y todas las épocas, Dios ha usado poderosamente y bendecido a hermanos y hermanas cristianos de creencia y énfasis muy diferentes a los nuestros. Ahora, cuando existen aspectos  de creencia y práctica que “nos hacen ruido” la palabra de Dios nos da una dirección muy clara: (Mateo 7:15 y 20)“Por sus frutos los conocerán” El fruto tanto de la labor y creencia nuestra como la de los demás, dirá al final si lo que creíamos o hicimos era algo que realmente provino del Espíritu de Dios.

En todo lo demás caridad: Lo mejor que podemos hacer es amarnos, respetarnos en nuestras diferencias y no levantar nuestras banderas de diferencia tan rápido.

Les animo a guardar la unidad en amor.  A no dar el triste espectáculo de criticar a otros cristianos por las redes sociales u otros medios. Si tenemos dudas, oremos y esperemos el fruto.  Para Él somos uno. En esto deberíamos ser celosos: en “guardar la unidad del Espíritu en el vinculo de la paz” (Efesios 4:3); Ámense los unos a los otros con amor fraternal, respetándose y honrándose mutuamente (Romanos 12:10). De este lado del cielo será en muchos casos imposible que todos tengamos un mismo pensamiento. Pero al final de los tiempos estaremos todos los que hemos creído en Jesús, sin diferencias adorándole delante de Su trono, unidos frente al Único Cordero de Dios.

Bendiciones para todos!  

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