Hace unos 25 años atrás, el Pr. Roger Cunningham y yo, tuvimos un accidente de automóvil.
Veníamos por una avenida rápida de Santiago, con preferencia de paso, cuando un
vehículo no respetó una señal PARE y nos embistió en la parte delantera, por el
lado del copiloto (donde iba sentado yo). Debido a la fuerza del impacto,
nuestro vehículo hizo un “trompo” y quedamos mirando en la dirección opuesta a
la que veníamos. Al detenernos en medio de los vidrios quebrados, latas
abolladas y la sangre que salía de mi cabeza (producto de un corte hecho por
vidrios que saltaron) recién ahí me di cuenta de lo que había pasado. Pero
también en ese mismo momento aprendí una de las lecciones de adoración más
importantes de mi vida. Después de preguntarme cómo me encontraba, mi pastor me
tomó por la mano y elevó una sencilla pero poderosa oración “Padre, no
entendemos por qué esto nos sucedió, pero te adoramos.”
Esa sencilla oración de mi pastor marcó mi vida, porque fue
una lección acerca de que Dios está con nosotros en todo momento y aún en las
crisis más inesperadas, podemos adorarle y tener comunión con Él.
Siempre relacionamos las visiones de Dios con momentos de
éxtasis en los cuales la presencia de Dios se manifiesta en una forma más
palpable que lo acostumbrado. De hecho en la Biblia hay ejemplos de esto.
Creo que si nos diesen a escoger cuándo quisiéramos que Dios
se manifieste, creo que la mayoría preferiríamos que fuese en momentos tales
como en la Iglesia, en un devocional, etc., pero que no tengamos que pasar por
alguna crisis para que esto ocurra. Sin embargo en los momentos de más
dificultad, es cuando necesitamos más desesperadamente la intervención
sobrenatural de Dios. En medio de un problema en el trabajo, en la enfermedad
de un hijo o en una crisis matrimonial, Dios quiere manifestarse y darte nuevas
fuerzas, darte una palabra o algo que señale y anime tu camino…
¿Cómo ver a Dios manifestado en medio de las crisis? Aquí
señalo 3 claves que pueden ayudarnos:
1.
Fortalece
tu convicción: TODAS las cosas me ayudan a bien (Romanos 8:28). No hay nada que te ocurra
que esté fuera del control de la providencia y el poder de Dios. Por lo tanto
la crisis más aguda que vivamos en lo familiar, lo financiero etc, no nos
destruirá. Si nos agarramos de la mano de Dios, y afirmamos nuestros
pensamientos acerca de Su amor y Su favor para con nosotros, la crisis sólo nos
puede levantar aún más. “Por la noche vendrá el llanto, pero el gozo viene por
la mañana”.
2.
Pregúntate
“Para qué” en lugar de “Por qué”. Puede sonar cliché, pero la verdad es que
detrás de cada crisis hay una bendición escondida para todos los que amamos a
Dios. Quizá no la vemos ahora, pero es
sólo cuestión de tiempo para que la podamos palpar. Espérala. Tarde o temprano
llegará.
3.
Retírate,
cálmate y contempla: si tienes esta oportunidad en medio de la crisis, NO
LA DESPERDICIES. Toma tiempo para elevar una oración, estar a solas con Dios (en el lugar que sea,
por el tiempo que puedas). Así se calmará tu alma, podrás escuchar Su consejo y
retomarás fuerzas para enfrentar la contingencia.
Quién nos separará del amor de Cristo? Tribulación?
Angustia???? (Romanos 8:35) NADA. Por eso te animo hoy.
Si estás pasando por momentos críticos busca a Dios. Él está a una oración de
distancia. Bendiciones para ti.
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