miércoles, 2 de julio de 2014

NO ABRAS LA PUERTA - Cuando la violencia intrafamiliar toca a tu puerta


  

 


Querida Iglesia y Amigos!

No soy muy bueno para ver tele-series, más bien NO veo tele-series, “por una cuestión de principios” (por principio las detesto! jejeje), pero esta semana el aviso de una tele-serie nueva que se llama “No Abras la Puerta”, me llamó la atención. 
El argumento trata de una mujer llamada Isabel que ha terminado una relación de pareja marcada por la violencia en el hogar. Sin embargo, después de un tiempo de separación, su ex pareja vuelve a tocar su puerta para volver y ella está confundida en la decisión de si deja que él vuelva a entrar en su vida o no. Mientras él toca la puerta, sus amigos, padres y vecinos le aconsejan “no abras la puerta”, del otro lado él le dice: “ábreme la puerta Isabel. Te juro que cambié...” Esta escena retrata muy bien el drama de la violencia doméstica.

Este es un problema que cruza todos los niveles de la sociedad: no discrimina posición social, nivel educativo, ni tendencia religiosa. Los malos tratos verbales, psicológicos, físicos, ó sexuales son parte de una triste realidad que muchas familias viven hoy.
Vale la pena destacar que el maltrato en la familia, no sólo lo puede ejercer el hombre, también nos podemos encontrar con esposas o hijos violentos.Tampoco el maltrato consiste sólo en violencia física. También son manifestaciones de agresión y violencia, las malas palabras, los insultos, amenazas, celos, control manipulador del dinero, menoscabo y humillación pública o privada

Como iglesia nos gustaría decir que esto no afecta a los cristianos, pero lamentablemente no es así.  
¿qué deberíamos hacer para ayudar a prevenir que esto ocurra 
al interior de las familias? 
¿Qué podemos hacer cuando ya lo hemos detectado? 
¿Qué actitud debería tener la Iglesia de Jesucristo? 
¿qué haremos tú y yo? 
Son todas preguntas que es necesario que nos comencemos a hacer. Si queremos como Iglesia ser relevantes para nuestra sociedad, mostrando el amor de Jesús a ella, es necesario comenzar a hablar de estos temas.

Un punto de partida a mi juicio debería ser considerar lo Dios dice.
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La palabra de Dios nos dice que los pecados de los padres se repiten en los hijos (Éxodo 20:5)
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Hoy los estudiosos del comportamiento humano (psicólogos, siquiatras, sociólogos, etc) corroboran esta verdad. Detrás de un hombre (o mujer) violento o maltratador(a) por lo general está la experiencia de haber vivido el maltrato en su familia de origen. Así como también es posible que si hay alguien que fue víctima de violencia en su infancia, acepte como normal una convivencia violenta en su vida adulta. Esto crea un patrón de relaciones distorsionado que se hereda de padres a hijos, generación tras generación en las familias (incluso en familias cristianas).

Hay que  tener en consideración que para poder comenzar a enfrentar el problema de la violencia necesito: 
1)   Reconocer que estoy ejerciendo violencia o que estoy siendo víctima de violencia. En este punto la palabra de Dios también coincide totalmente con la opinión de los expertos pues hasta que alguien no reconozca que es un agresor o que está siendo agredido, no hay posibilidad de mejoría.
2)  Proverbios 28:3 dice: “El que encubre sus pecados no prosperará, pero el que los confiesa y se aparta, alcanzará misericordia”. Estamos convencidos de que la gracia de Dios puede cubrir muchas faltas y pecados, incluyendo éstas.
La herencia no es el único factor desencadenante de la violencia. He estado investigando y les recomiendo los links que están al final de este artículo. En ellos podrás ver algunos otros factores y consideraciones respecto de quiénes ejercen y sufren violencia, que pueden orientarte y ayudarte a identificar si es que tú o alguien en tu círculo está sufriendo o ejerciendo violencia.



Bendiciones para todos
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Les amamos, pastores  Javier y Andrea