miércoles, 24 de septiembre de 2014

"NO TEMERÉ MAL ALGUNO..."



Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.           (2 Timoteo 1:7)

Siendo un pre adolescente de 12 años, conocí por primera vez el temor a la muerte. Ocurrió mientras me bañaba junto a un primo en un precioso lago del sur de Chile. Repentinamente no di pie en el fondo y las olas empezaron a venir una tras otra sobre mi…hasta que me vencieron…caí al fondo y vi todo negro…

Al final de esta reflexión les contaré cómo terminó esta historia. Todos hemos experimentado temor en nuestra vida. Según el Dr. Joseph Wolpe, nuestros temores son causados mayormente por episodios de vida que han generado traumas. Para mi este episodio en que casi me ahogué, generó en mi un temor a nadar en lugares donde no pudiese dar pie. Con los años lo he ido superando…pero aún estoy en el proceso.


Los seres humanos construimos mucho de nuestra vida en base al temor. En nuestro país existe un temor cada vez más creciente acerca del futuro de la economía. Muchos inversionistas no quieren invertir, muchas personas no quieren incurrir en mayores gastos (al menos eso se dice en el discurso…porque estadísticamente está comprobado que para las fiestas  el nivel de endeudamiento de la población crece mucho) En el trabajo muchos viven con el constante temor de ser despedidos. Muchos tenemos temor a quedarnos solos, temor a perder nuestros bienes, temor a decepcionarnos si nos involucramos en una relación de pareja o a votar por algún líder político,  o a ser decepcionado por algún líder religioso o académico.

Si bien debe existir una cuota de prudencia razonable que todos necesitamos tener, es necesario entender que gran parte de nuestros temores, son irracionales. Por ejemplo tengo un amigo muy querido que de pequeño fue sometido a una amenaza con ser lanzado por la ventana de un edificio de altura por no avisar que necesitaba ir al baño. La persona que lo cuidaba lo sacó por la ventana del séptimo piso de un edificio y le amenazó: “si no avisas otra vez, te voy a soltar”. Casi 50 años después mi amigo aún lucha con un temor irracional cada vez que viaja en avión. Ese temor le dice: "el avión se va a caer".  Pero lo está superando gracias a Dios.
¿Cómo ser libres de los temores? El Pr. Bill Hybels, nos da tres sugerencias:
   1) Identificar el origen del temor: individualizar el episodio de la vida que ocasionó el trauma. Esa vez que se rieron cuando hablabas en público, la vez que tu padre abusó de ti, el momento en que descubriste que esa persona te engañó…etc.
   2) Exponer la mentira: la gente no tiene por qué burlarse de ti cuando hablas en público, la gran mayoría de los padres no son abusivos, no tienes por qué ser engañado(a) por tu nueva pareja.

3) Declarar la verdad: varios expertos en manejo del temor, recomiendan a la gente que hablen directamente en contra las mentiras que el enemigo les lanza. Esto consiste simplemente en decir al temor: “deja de mentir”, “deja de fabricar y creer las peores cosas”. Y decirnos a nosotros mismos: “Deja de creer que no puedes controlar los sentimientos de pánico con el poder de Cristo”.  

Ahora les cuento cómo fue el final de la historia en el lago: cuando las olas me vencieron caí por ultima vez al fondo y me pareció ver todo negro. Ya había tragado mucha agua y estaba exhausto. En ese momento pensé “Se acabó. Voy a morir”. Justo en ese momento sentí unas manos fuertes que me toman por los hombros. Eran las manos de mi papá que había venido a salvarme. Llegó justo, ni más ni menos que en el momento en que ya no podía más.

El Salmo 23:6 nos dice: “Aunque ande en valle de sombra, de muerte, no temeré mal alguno porque Tú estás conmigo.” Los que conocemos a Dios, tenemos un Padre más poderoso que nuestro padre terrenal y que está con nosotros aún en los momentos más oscuros de la vida. Él no nos abandona. Esa sola certeza y convicción tiene el poder de sacarte del temor y llevarte al lugar de la confianza. No quiere decir que no te pasará nada malo, ni que no habrá momentos difíciles, sino aún en los momentos más difíciles (“en el valle de sombra y de muerte”) podrás confiar porque Él camina contigo y no te soltará.
¡Bendiciones para ti!