Los
pastores en general mostramos cierta resistencia a decidir en forma “rápida”.
En nuestros sermones, a menudo hablamos acerca de “esperar en el Señor” donde
decimos cosas tales como: “Vivimos en una cultura de lo rápido: comida rápida, lavadoras
automáticas, secadoras, etc. Nuestra cultura nos lleva a tomar decisiones
rápidas. Sin embargo necesitamos esperar
en Dios. Sus tiempos no son los nuestros…”
A
pesar de que ésta enseñanza es prudente, buena, sabia y con sustento bíblico, también vemos que en la Biblia varios personajes tuvieron que tomar decisiones en forma rápida. Por ejemplo:
- Cuando Moisés estaba frente al Mar Rojo: “Por qué clamas a mi? Dile al pueblo de Israel que marche”(Éxodo 14:15).
- Las reformas del rey Ezequías 36 se regocijaron de que Dios hubiera preparado al pueblo para hacerlo todo con rapidez. (2Crónicas 29:36).
- Cuando Mateo fue llamado por Jesús a seguirle: “Entonces (en ese momento), Mateo dejó el banco de los tributos públicos y lo siguió” (Mateo 9:9).
¿Por qué nos tardamos en tomar decisiones?
1) Temor: Gedeón, pidió que el vellón
esté mojado, luego seco antes de ir a la batalla…pero llegó el momento en que
tuvo que atacar. Temor al fracaso, a ser impopular, a no tener lo que se
necesita para triunfar. En estos momentos de vacilación es cuando necesitamos
pedir a Dios que renueve nuestra visión y llene nuestro corazón de amor. “El
perfecto amor hecha fuera el temor” (1 Juan 4:18).
2) Inseguridad: Moisés “soy torpe para
hablar” (Éxodo 4:10). Nuestros complejos e impedimentos personales hacen
sentirnos inadecuados frente a lo que Dios nos llama a hacer, ya sea en el
ministerio, en el mundo laboral, negocios o familia. Sin embargo, debemos
entender que la gran mayoría de las veces, la magnitud de la tarea estará a la que Dios
nos llama está por encima de nuestras capacidades naturales. Cuando ese llamado
es superior a ti, alégrate, porque como a Moisés, Dios te está llamando algo
mayor que tú y te dará también un Aarón (equipo) que te sostendrá.
3) Pasividad: la mentalidad de “estamos
bien así”, la comodidad es un gran impedimento para asumir nuevos desafíos con
Dios. Desafiar el pensamiento común demanda trabajo y nos puede hacer
impopulares en algún momento. Moisés fue cuestionado por su pueblo, cuando Dios
lo llamó a liberarlos. Jesús fue cuestionado por sus propios hermanos de
sangre, y abandonado por Sus discípulos. No deberíamos esperar menos nosotros.
Para
el terremoto del 27 de febrero en Santiago, mi familia y yo tuvimos que tomar una decisión rápida: eran las 3:30 de la mañana (15 minutos
después del terremoto) y decidimos ir a buscar
a una amiga, embarazada de 8 meses, que había pasado el terremoto sola en el 9º
piso del edificio en que vivía. Conduciendo hacia su
departamento, en completa oscuridad, llegamos a un túnel subterráneo donde nos
vimos enfrentados a una decisión rápida: "seguimos por la superficie en medio de la noche, con los semáforos apagados o nos arriesgamos a ir por el túnel construido bajo el río".
Optamos por ir por debajo. Pensé “en un país fuertemente sísmico, si alguien construyó un
túnel bajo un río debería haber pensado reforzarlo convenientemente para que no
se derrumbe. Además probablemente nadie anda ahí ahora por temor a que el río lo haya inundado”. Bajamos por el túnel y efectivamente... lo encontramos totalmente
vacío de vehículos y completamente iluminado y en perfectas condiciones. Pudimos llegar a destino, mucho más
rápido, e incluso en forma más segura. Recogimos a nuestra amiga y la trajimos a nuestra casa.
Habíamos desafiado el pensamiento común de lo aparentemente “seguro” para tener
un resultado mejor.
Hoy
te invito a equilibrar tu pensamiento. Quizá los golpes en la vida nos han
llevado a ser presa fácil del temor, pero hoy mi invitación es a confiar y
creer que Dios, así como nos muestra Su voluntad, nos da la determinación y
valentía para marchar y hacer lo que Él nos pide.
Bendiciones
para todos!
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