miércoles, 31 de octubre de 2012

¿Qué celebramos el 31 de octubre?


 

 

“SÓLO CRISTO SALVA, SÓLO POR GRACIA, SÓLO POR FE, SÓLO  LA ESCRITURA, SÓLO SEA LA GLORIA A DIOS”(Martín Lutero)

 

La Misión de la Iglesia desde un inicio fue llevar el evangelio a toda criatura (Mt.28:19-20). Después de que el Señor Jesús ascendió a los cielos, la iglesia se expandió por todo el mundo conocido. A partir del siglo III D.C. hubo iglesias que debido a su tamaño o influencia tomaron preeminencia sobre otras. Las tres iglesias que se convirtieron en las más influyentes en aquellos días fueron: la Iglesia de Roma, la Iglesia de Alejandría y la Iglesia de Constantinopla.

 

Durante el reinado de Constantino 306 -337 DC (primer emperador romano “cristiano”), el cristianismo se transformó en la religión oficial del Imperio. Desde ese entonces, la Iglesia de Roma (que después se autodenominaría “Católica”, que significa “universal”), tomaría una preeminencia sin precedentes, no sólo en la capital del imperio, sino en todo el Imperio dominado por Roma. Con la “oficialización”  de la fe cristiana y el “involucramiento” e influencia de la iglesia en las decisiones políticas del imperio, vino una distorsión de la misión original y un alejamiento cada vez mayor de los principios del evangelio de Cristo. Esta situación permaneció  por más de 10 siglos hasta que entre los años 1300-1500, dentro del mismo seno de la Iglesia Católica se levantaron hombres y mujeres que llamaban a un cambio radical y una vuelta a los principios del Evangelio.       

 

La siguiente es una lista de algunos de aquellos hombres y mujeres que Dios usó para proclamar una vuelta a la esencia del Evangelio de Cristo. Algunos de ellos son: John Wicliff, (1324-1384), John Huss (1373-1414), Jerónimo Savoranola (1452-1498), Ulrico Zwinglio (1484-1531), Martín Bucer (1491-1551), Guillermo Farel (1489-1565), William Tyndale (1496-1561) Juan Calvino (1509-1564), Teodoro de Beza (1519-1605), Jhon Knox (1505-1572), Katerina Von Bora (1499-1552), Felipe Melanchthon (1497–1560), etc. La mayoría de ellos fueron perseguidos y aun pagaron con su vida el precio de proclamar la verdad de Cristo.

 

La historia universal considera el 31 de octubre de 1517 como el inicio de la Reforma Protestante. Entendemos por “Reforma” el movimiento religioso iniciado por Martín Lutero, sacerdote y teólogo católico, cuando clavó en la iglesia de Wittenberg, Alemania, 95 tesis o propuestas en contra de la venta de indulgencias (venta del perdón y la salvación) y algunas prácticas de la Iglesia Católica (la autoridad e infalibilidad del Papa, los votos monásticos, el celibato, el culto a los santos y a las reliquias, además de dogmas como la transubstanciación, el purgatorio, la eucaristía y la salvación por obras). Las tesis fueron escritas en latín y destinadas a los líderes y teólogos de la iglesia, haciendo un llamado a dejar atrás las tradiciones y normas humanas que distorsionaban la Escritura. Dicho acto le costó la excomunión de la iglesia Católica  y gran persecución por el resto de su vida.

Parte del legado e influencia que la vida de Lutero dejó fue: la primera traducción del NT al alemán. Con esto la Biblia pudo ser leída y accesible por primera vez en ese idioma. También Lutero sustituyó el culto en latín (que el pueblo común no hablaba ni entendía) por el culto en alemán con cantos en dicho idioma. Sin duda el elemento más relevante de su legado para nosotros hoy fue que Lutero recibió una revelación divina respecto de la necesidad del hombre de la Gracia de Dios por sobre  las obras y esfuerzos humanos para alcanzar la salvación y la santidad.

 

La Reforma del siglo XVI fue un acontecimiento sobrenatural, donde Dios movió las circunstancias y el corazón de los hombres que Él había preparado para conocer la verdad del evangelio de la gracia. Fue un acto de intervención soberana de Dios para cambiar la historia del mundo.

 

Los principios de la Reforma Protestante son: 

 

-       Sólo Cristo Salva.

-       Somos salvos sólo por gracia, por medio de la fe.

-       Sólo la Escritura (la Biblia) es nuestra autoridad final en cuanto a la fe y la práctica.

-       Sólo a Dios sea la Gloria.



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