miércoles, 30 de octubre de 2013

LA LÁMPARA DE LA PALABRA

Tu palabra es una lámpara a mis pies;es una luz en mi sendero. (Salmo 119:105 - NVI). 
Creemos que la palabra de Dios escrita es irrefutable y que sobre ella, no hay otra revelación mayor ni que sea infalible.
Sin embargo nosotros los que creemos en Jesús, somos responsables delante de Dios por la luz del Espíritu que Dios nos da en Su palabra cada día. 
En términos más prácticos, si hoy leíste Su Palabra, en un devocional o en otro contexto y Dios te mostró algo en ella, eres responsable por esa luz que Dios te dió hoy. La palabra de Dios es como una lámpara, no como una antorcha, no como un sol que lo alumbra todo, sino como una lámpara, una linterna, que alumbra el sitio donde me encuentro hoy y en la medida que avanzo en la dirección de la luz, esa lámpara va iluminando el camino por donde voy. 
Cuando vamos por un camino oscuro, siendo guiados por la luz de una lámpara, esa luz no nos muestra el final del camino, sólo nos da la luz necesaria para el próximo paso, pero si seguimos a la luz, vamos a llegar a buen destino. 
A menudo lo que Dios nos muestra como próximo paso, pareciera aparentemente no conectar con el destino hacia el que nos lleva. 
Por ejemplo:
- Elías y los sacerdotes de Baal. Dios había decretado demostrar a través de Elías que Él era Dios y no los dioses falsos. Sin embargo, Elías hace algo que sin duda es inspirado por Dios pero parece absolutamente inconexo con lo que iba a pasar: cava una zanja, pone leña, un sacrificio (hasta ahí, todo "bien"), pero luego...la llena de agua. Todo estaba bien con la lógica humana pero eso del agua sobre el sacrificio ¿no parecería un "suicidio"? exactamente, pero ese es el espacio en el cual Elías debía obedecer a la luz del que el Espíritu le estaba revelando y no confiar en la lógica humana. La pequeña luz que ilumina el espacio inmediato, pero que no nos muestra todo el final de una vez. 

- Abram tomó algunas decisiones que nos pareces desde el punto de vista humano, carente de toda lógica: 1) entregarle lo mejor de sus tierras a su sobrino. Sin embargo, Abram obedeció al "poquito de luz" qu había recibido. 
2) Entregar a su hijo Isaac, significó un gran paso de obediencia. En estas y otras decisiones, Abraham obedeció a la luz de Dios que en ese momento tenía, pero en cada decisión vio la mano de Dios moverse a su favor. Por estas obediencias continuas es que Abraham en el Nuevo Testamento es llamado "el padre de la fe".
Si estamos pasando por momentos de oscuridad, en los cuáles sólo tenemos una pequeña luz, una palabra acerca de lo que tenemos que hacer hoy, te animo a obedecer a eso pequeñito de hoy, y Dios irá iluminando más y más el camino en la medida de que avanzas en obediencia a su luz diaria. Aquí hay un consejo para nosotros de Su palabra eterna:
 Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.(Mt.6:34).
Bendiciones
  

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