sábado, 20 de enero de 2018

Un Espíritu Humilde

UN ESPÍRITU HUMILDE
FIlipenses 4:4-5  4 Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense! 5 Que su amabilidad sea evidente a todos. El Señor está cerca
Si preguntaras en la calle a 5 personas “¿Qué crees que significa la palabra humildad?” ¿Cuántos crees que te dirían que una persona humilde es dócil, fácilmente intimidable o pasiva? ¿O que la humildad sería una buena cualidad para una mascota o para un caballo? En nuestra cultura la frontalidad y la asertividad son características personales más altamente valoradas en los seres humanos que la humildad.
Son embargo las Escrituras dan un alto valor a la humildad En este pasaje, San Pablo explica lo que eser virtuoso, especialmente considerando las disputas que habían entre los Filipenses ¿Cómo estaban ellos para construir la unidad? Primero debían regocijarse. Si ellos se concentraban en gozarse en el Cristo resucitado, ellos se enfocarían en su gozo común más que en las diferencias que les podrían dividir.
Lo siguiente que se esperaba de ellos era que su humildad sea evidente a todos. La humildad lleva consigo la idea de ser razonables. No significa que comprometemos la verdad, sino que precisamente significa defender la verdad pero con una atenta consideración al punto de vista del otro. En otras palabras las personas involucradas son invitadas a unir sus mentes. Existe una cualidad ganadora de la humildad y es hacer que el enojo y la hostilidad se esfumen.
Una supervisora llamada Ana era humilde. Ella nunca levantaba la voz y nunca amenazaba a nadie. Siempre permanecía firme y en calma. Siempre sonreía mientras explicaba a los vendedores o empleados exactamente lo que se esperaba de ellos. Establecía claramente las consecuencias si ellos no cumplían con sus obligaciones. Pero sus subordinados nunca parecían tener una actitud defensiva o desanimada; todo lo contrario, trabajaban duro para cumplir con las expectativas que ella había establecido.
San Pablo le recuerda a los Filipenses que la clave para las paz es la oración agradecida. Les aconsejaba dejar cada una de sus ansiedades en manos de Dios y darle gracias (versículos 6-7). Es más, el apóstol San Pablo animaba a sus lectores (incluyéndonos a nosotros) a enfocarnos en las cosas que son hermosas, puras y positivas (ve
rsículos 8-9). Cuando meditamos en aquellas cosas, desarrollamos nuestra habilidad de darnos cuenta y apreciar las pequeñas maravillas y aumenta en nuestro corazón la acción de gracias a Dios. Un espíritu de contentamiento y gratitud trae paz.
El hombre y la mujer que hablan palabras de ánimo y tiene una actitud de contentamiento es alguien invitador; atrae a personas hacia sí, aún cuando pase por momentos en que tenga que enfrentar crisis y dolor. Cuando tu humildad es evidente a todos, otros se darán cuenta que el Señor está cerca y también se gozarán contigo.
Traducido de Devocional NVI por Pr. Javier Menéndez

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