Queridos Amigos!
Esta
semana en lugar de enviar una reflexión mía, les envío este artículo que
traduje de la página oficial de Rick Warren (autor del libro “Una vida con
Propósito). Espero que lo disfruten!
Aparentemente
es una pregunta extraña, pero les invito a considerar la profecía de Isaías
acerca del Mesías: Despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores, hecho para el sufrimiento.
Todos evitaban mirarlo; fue despreciado, y no lo estimamos. (Isaías
53:3)
Esta
declaración parece señalar a alguien parece estar luchando con los síntomas de
la depresión. Por lo tanto, ¿por qué rechazamos tan rápidamente el pensamiento
de que Jesús debió haber luchado con síntomas de depresión?
Quizá
se debe a la noción falsa de que la depresión es 1) pecado o 2) una señal de
debilidad. Pero sabemos que en ningún caso esto es verdad en el caso del Señor
Jesús.
De
hecho, la depresión no es algo que la persona elige. Sin embargo la persona
debe escoger tratar con la depresión en su vida. El tema de fondo no es si la
persona experimenta o no la depresión, sino la forma en cómo la persona
reacciona a la depresión.
Mateo
26:38 nos muestra a Jesús en la agonía del Huerto de Getsemaní y declara: «Es tal la angustia que me invade, que me siento morir —les dijo—…»
Por
esta razón soy de la opinión de que Cristo ciertamente batalló con la
depresión. Hebreos 4:15 nos recuerda: 15 Porque no tenemos un sumo sacerdote
incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado
en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado.
Jesús
no fue la única persona que lidió con la depresión en la Biblia. También
tenemos a David que exclamó: Cansado
estoy de sollozar; toda la noche inundo de lágrimas mi cama, ¡mi lecho empapo con mi llanto! (Salmo 6:6)
Incluso
grandes predicadores como Charles Spurgeon experimentaron las aflicciones de la
depresión. Él lo explicó de la siguiente manera: “Me encuentro frecuentemente
deprimido – quizá más que cualquier otra persona aquí. Y no encuentro mejor
cura para esa depresión que confiar en el Señor con todo mi corazón y
reencontrarme nuevamente con el poder de la paz – la sangre de Jesús, y Su
infinito amor, al morir en la cruz para remover todas mis transgresiones”
El
asunto es importante para mí porque yo mismo he luchado con la depresión. Y me
he dado cuenta de que no hay respuestas fáciles. La oscuridad puede atacar sin
aviso. No pide permiso para hacerlo y no necesita ninguna razón. No te
equivoques: la depresión es algo real.
Cómo
se siente? Seguramente es distinto para cada persona pero para mi hay días en
los que todo parece estar cubierto con una niebla densa. El desanimo para ser
un estado interminable del cual no puedo escapar. Y si alguien me ofreciera
unas vacaciones con todos los gastos pagados, no las tomaría porque en esos
días ni siquiera sé qué es lo que podría hacerme feliz. Más encima uno se
siente como que no se conoce a sí mismo.
Desafortunadamente
existe una suerte de estigma que se relaciona con la depresión. Algunos creen
que es algo imaginario. Otros dicen que es algo estrictamente espiritual, otros
creen que es estrictamente físico. Algunos creen que tienes que tomar
medicamentos. Otros creen que es pecado tomar medicamentos.
Por
supuesto que hay más de un solo tipo de depresión (situacional, clínica, etc.).
Pero sin importar su naturaleza o tratamiento (consejería, medicina, etc), la
depresión siempre es una oportunidad de acercarnos más a Cristo. Por esta
razón, es que debemos ver las palabras de un consejero como una extensión de la
sabiduría de Cristo – no como una sustitución de ella. Y debemos considerar a
la medicina como un regalo de Dios – no como una alternativa a Su poder. Si
busco sanidad sin buscar a Cristo, entonces me estaré rindiendo a los ídolos de
mis propios deseos.
Esa
es la razón por la que pienso que Hebreos 4, después de recordarnos que Cristo
ha experimentado las mismas tentaciones, nos anima en el verso 16 a acercarnos “confiadamente
al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos
ayude en el momento que más la necesitemos.”
En resumen:
1. La
depresión es algo real. (Jesús mismo la experimentó)
2.
Experimentar depresión no es pecado. (Jesús no pecó)
3.
Experimentar depresión no es resultado del pecado. (Jesús
era completamente justo)
4.
No existe una “cura rápida” para la depresión – es una
batalla (que muchas veces dura toda la vida).
5. La
clave es nuestra reacción a la depresión: si nos agarramos de Jesús o no.
Si
conoces a alguien que está luchando con la depresión, aquí hay algunos
pensamientos:
1. Tú
tienes una oportunidad de ministrar a
ellos el amor paciente y misericordioso de Cristo.
2.
Ten paciencia y escúchales.
3.
Anímalos a buscar consejería bíblica. (un buen consejero
bíblico les animará también a consultar a un médico que determine si hay
necesidad de medicamentos).
4.
Anímales continuamente a depender de Cristo.
5. Ora
por ellos y no te des por vencido!
Jesús
batallo con la tentación? Creo que sí. Pero no sólo creo que batalló con ella…
LA VENCIÓ!
Bendiciones
para todos!
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