Esta agitación lamentablemente podemos,
a veces, observarla en la Iglesia de Jesucristo. Cristianos atacan a otros cristianos, a
sus pastores, líderes e iglesias desde
los púlpitos, por la radio, la televisión, las redes sociales en nombre de un
pobre entendimiento de lo que significa “guardar la sana doctrina”.
John Wimber hace más de una década dijo:
“nuestros líderes
empuñan la palabra como un arma para herir
más que como una
lámpara para alumbrar”.
El reflexionar sobre estos asuntos me ha
llevado a pensar acerca de la unidad de
la Iglesia.
¿Qué es lo que verdaderamente une a la Iglesia y qué no?.
En su artículo “Actitud
de Amor y Aceptación”, Wimber señala algunas falsas suposiciones acerca de la
unidad:
“Tener unidad
es que todos tengamos la misma doctrina”: a menudo combatimos por la pureza doctrinal con
otros cristianos porque simplemente los otros cristianos aludidos no piensan
igual que nosotros. Tenemos que aceptar y entender que los cristianos tenemos
diferencias de doctrina, pero que esas diferencias no nos tienen por qué
separar. Estas diferencias nos son
esenciales para la fe.
“Tener unidad
es que todos tengamos las mis mas prácticas”: la Iglesia, al igual que una vasta
diversidad doctrinal, posee una enorme diversidad de formas y prácticas.
Algunos son más efusivos,
otros son más formales, unos toman la Santa Cena de una manera, otros de otra,
unos bautizan de una manera, otros de otra. Formas que en definitiva no son
esenciales para la fe.
“Tener unidad
es tener la misma estructura administrativa”: existen iglesias que tienen una
estructura de obispos, apóstoles, ancianos,
otras se gobiernan en forma democrática, otras una mezcla de ambas… las
diferencias son muchas. ¿Son suficientes
estas diferencias para romper la unidad?
¿Entonces qué nos une en verdad como cristianos? ¿Cuál
debería ser nuestra actitud cuando nos encontramos con cristianos que piensan
diferente, se ven diferentes, o se organizan de manera diferente ?.
La Verdadera unidad de la
Iglesia se debe apoyar en lo esencial,
en las cosas que son cruciales
para la fe:
* En Cristo: (Efesios 4:4-6). 4 Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también fueron llamados a
una sola esperanza; 5 un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo; 6 un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos y por medio de todos y
en todos.Un Señor, una fe y un bautismo. Estos tres conceptos apuntan sólo a Cristo:
¿Quién es el Señor? Jesús. ¿En quién debemos poner nuestra fe? En Jesús. ¿En
quien somos bautizados? En Jesús. Él es el que da el verdadero sentido a la
unidad de la Iglesia.
* La Biblia como autoridad final: los que creemos en las
profecías como algo pertinente para estos tiempos, no deberíamos olvidar que
ellas no están por sobre la palabra escrita e irrefutable de Dios en la Biblia.
Personalmente también soy un lector ávido de libros de teología, liderazgo, e
historia de la Iglesia. Sin embargo tampoco debemos poner otros escritos o
libros por sobre la Palabra de Dios.
San Agustín, el gran
teólogo del siglo IV, nos da un consejo precioso, él escribió:
“En
lo esencial unidad, en lo dudoso libertad y en todo lo demás caridad”.
Cómo aplicar este
consejo:
Unidad en lo esencial: ¿Qué es lo esencial? 2
cosas: 1) Jesús es el Señor y el único
Salvador. 2) La Biblia es la regla de fe final e irrefutable. Estos son los “no
negociables” de todos los cristianos. Y en esto necesitamos tener clara unidad.
En lo dudoso libertad: Teniendo una base esencial, debemos avanzar
hacia la libertad en lo no esencial. San Pablo nos anima a tener esta actitud
con todos: (Efesios 4:2-3) 2 siempre humildes y
amables, pacientes, tolerantes unos con otros en amor. 3 Esfuércense por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la
paz. La
actitud de gracia que necesitamos tener con los hermanos que piensan diferente
se basa en que en Cristo tenemos unidad total y en que a pesar de la cantidad
de iglesias diferentes en todo el mundo y todas las épocas, Dios ha usado
poderosamente y bendecido a hermanos y hermanas cristianos de creencia y
énfasis muy diferentes a los nuestros. Ahora, cuando existen aspectos de creencia y práctica que “nos hacen ruido”
la palabra de Dios nos da una dirección muy clara: (Mateo 7:15 y 20)“Por sus frutos los conocerán” El
fruto tanto de la labor y creencia nuestra como la de los demás, dirá al final
si lo que creíamos o hicimos era algo que realmente provino del Espíritu de
Dios.
En todo lo demás caridad: Lo mejor que podemos
hacer es amarnos, respetarnos en nuestras diferencias y no levantar nuestras
banderas de diferencia tan rápido.
Les animo a guardar la
unidad en amor. A no dar el triste
espectáculo de criticar a otros cristianos por las redes sociales u otros
medios. Si tenemos dudas, oremos y esperemos el fruto. Para Él somos uno. En esto deberíamos ser
celosos: en “guardar la unidad del Espíritu en el vinculo de la paz” (Efesios
4:3); Ámense
los unos a los otros con amor fraternal, respetándose y honrándose mutuamente (Romanos 12:10). De este lado del cielo será en muchos casos
imposible que todos tengamos un mismo pensamiento. Pero al final de los tiempos
estaremos todos los que hemos creído en Jesús, sin diferencias adorándole
delante de Su trono, unidos frente al Único Cordero de Dios.
Bendiciones para
todos!